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miércoles, 21 de noviembre de 2012

"It's 30 minutes away… I'll be there in 10" (Eso está a 30 minutos de aquí... llego en 10 minutos)
Pulp Fiction, 1994, Dir. Quentin Tarantino

San Salvador, 21 de Noviembre de 2012

Hoy he querido iniciar el artículo con una mención a esta obra del amigo Quentin Tarantino por el diálogo gastronómico que nos deja, por motivos que al llegar al final, se comprenderán... ¿Se nota que he salido tarde de currar, no he cenado y tengo hambre?

Cartel de Pulp Fiction
- Alright, well you can walk into a movie theater and buy a beer. And, I don't mean just like a paper cup, I'm talking about a glass of beer. And, in Paris, you can buy a beer in McDonald's. You know what they call a Quarter Pounder with Cheese in Paris?
- They don't call it a Quarter Pounder with Cheese?
- No, man, they got the metric system, they don't know what the fuck a Quarter Pounder is.
- What do they call it?
- They call it a “Royal with Cheese”.
- Royal with Cheese?
- That's right.
- What do they call a Big Mac?
- Big Mac's a Big Mac, but they call it “Le Big Mac”.
- “Le Big Mac”. What do they call a Whopper?
- I don't know. I didn't go into Burger King.


Y si hablamos de restauración y cine, el maestro es sin duda Claude Sautet, cuyo fin de ciclo me dejó un poco frío por instantes. La última etapa (1980-1995) tiene algún apunte interesante pero no aporta nada que no se haya visto ya en la década de los 70, son películas que se dejan ver (hay dos que ni eso), en la que cada una tiene un cierto encanto, pero en la que no alcanza ni la genialidad, ni la frescura, ni el brillo de las películas anteriores. 


Entrañable escena de Garçon! donde celebran una cena el personal del restaurante porque uno de ellos lo deja. Es sin duda el momento más natural de la película. Nuevamente Sautet retrata a la perfección le quotidien d'une brasserie sin tópicos; ni excesos, ni defectos.



Yves Montand y Jacques Villeret están geniales en Garçon!
La década de los 80 cuenta con tres películas. En Un mauvais fils (1980) me quedo con las reflexiones sobre hasta qué punto se le puede pedir a un hijo que sea responsable si uno mismo no lo es y la hipocresía de la sociedad con los que se ubican en los bordes de la misma, tratada sin complejos pero sin el exceso de "progresía" barata que tanto abunda en España. Garçon! (1984) es un tributo a lo que mejor hace Sautet, filmar en brasseries (cafeterías / restaurantes) ya que todo gira en torno a la vida y relaciones de un grupo de camareros/cocineros de una brasserie parisienne, sumado al placer de ver interpretar a Yves Montand y Jacques Villeret. Quelques jours avec moi (1988) es una película con un guión banal que cuenta una historia sin pies ni cabeza que no interesa a nadie, con una actriz que está muy sobrevalorada como es Sandrine Bonnaire (¿Qué le habrán visto a esta chica para que la den tantos y tan variados papeles?) y un Daniel Auteuil que hace lo que puede con el papel que se le da (me quedo en esta película con el papel y la actuación secundaria de Jean-Pierre Marielle, muy entrañable y de menos a más).



Emmanuelle Béart con esa mirada que la caracteriza
La década de los 90 cuenta con dos películas. Un coeur en hiver (1992) es la que más me ha gustado desde el Sautet reflexivo de los '70 aunque es fácil porque siempre es un placer disfrutar de la mirada de Emmanuelle Béart, El binomio antagónico Auteuil-Dussollier es creíble (le supuso el Cesar a mejor actor secundario a Dussollier), y el entorno musical con las sonatas de Ravel para violín acompaña a la perfección el peculiar ritual de seducción de un constructor de violines y una violinista (notable actuación de Béart en las escenas de interpretación musical que son muchas y no se recurre al tópico de primer plano y una doble). Es una película de director, donde el sello de Sautet queda patente (le supuso el Cesar a la mejor dirección) y es sin duda la más representativa de la era post schneider-piccoli. Y finalmente Nelly et monsieur Arnaud (1995) que es un petardo de film, los diálogos no aportan nada y son previsibles, la dirección tampoco aunque le dieran el Cesar al director, la actuación del actor principal es banal por mucho que los franceses en sus foros lo alaben y que también le dieran el Cesar (entiendo que en la moda progre que caracteriza al cine francés y español desde los 80, el argumento "mola" aunque sea más simple que pelar un plátano), el guión presenta incoherencias (¿Ella acepta sin más, sin dilemas morales, sin una charla con su pareja de la que está hastiada, un dineral de un tipo al que no conoce y que la mira con cara de viejo verde? Será que me falta sutileza... Camille, el personaje de Un coeur en hiver, tarda un tiempo en abrirse a un extraño que la intriga, se observa la lucha interior que la atenaza incluso cuando interpreta sus obras... pero aquí no hay nada de eso, es absurdo), y lo único que podría salvar la película, la existencia de química entre Nelly y Arnaud, ni se ve ni se espera... (después de ver la química entre Alicia-Phillip Winter en Alicia en las ciudades  de Wim Wenders, 1974, esta relación Nelly-Arnaud es patética). Nada, la realidad es que es una pérdida de tiempo, a pesar de sus premios, supongo que sucedió lo que siempre pasa, no se lo dieron en su día por las excelentes películas de los 70 y querían remendar la plana lo cual cuadra perfectamente con los Cesar, los Goya, los Oscar y todas esas convenciones de soplagaitas progres al servicios de la industria y la hipocresía. 


Uno de los sábados de octubre estuve cenando pupusas en Planes de Renderos, allí donde las pupusas de maíz típicas de El Salvador ameritan la fama que las precede. Planes, que se sitúa en lo alto de una loma volcánica al sureste de San Salvador, apenas si requiere 15 minutos de desplazamiento desde mi casa situada en la ladera del volcán que domina la ciudad, el Boquerón, en una noche de sábado, aunque lo de noche es literal, porque acudimos sobre las 7 a cenar. Las pupusas, a 60 o 70 centavos de dólar la unidad, son unas tortas de maíz rellenas. La más típica es la pupusa revuelta, rellena de chicharrón con frijol y queso, si bien hay de diversos tipos, desde queso con loroco a queso con ayote, o de frijol con chicharrón, y luego otras más “modernas” que omiten el queso o el frijol.


Mia (Uma Thurman) a Vincent Vega (John Travolta):
"Now I wanna dance, I wanna win, I want that trophy,, so dance good"
(Ahora quiero bailar, quiero ganar, quiero ese trofeo, así que baila bien)

La tortilla de maíz, esqueleto de la pupusa, es junto con el frijol la base alimenticia de un país que evita el hambre gracias a estos dos alimentos tan baratos como caloríficos, hidratos de carbono puros. Hoy en día hacen pupusas de arroz también, pero me quedo con las originales. El sitio al que fuimos era un lugar con mucho encanto, con una terraza desde la cual se dispone de una vista de San Salvador. Lástima que la noche y la neblina que se empezó a formar impidieran disponer de la vista en toda su extensión. De hecho, al llegar a casa, sobre las 9, empezó a tronar el cielo y unos relámpagos anunciaron lo que a la postre fue una enorme tormenta que a la mañana siguiente todavía daba muestras de su otrora fuerza en forma de riachuelos correteando por las calles.


Pupusas y otros alimentos típicos de El Salvador
como los frijoles, el platanito frito o el queso fresco
Las pupusas se han convertido en un plato extraordinariamente popular en toda Centroamérica y recientemente en los EEUU, donde los numerosos emigrantes salvadoreños, especialmente durante la guerra de los 80, fueron (y siguen yendo) en busca de fortuna. La verdad es que las había comido ricas, pero las de ese sábado fueron una delicia. Antes he omitido decir que siempre las sirven con un “curtido” (aparte) que es una ensalada de col generalmente con cebolla y zanahoria ralladas, todo ello macerado con un poco de chile que puede ser verde, o rojo, mucho más pequeño pero aún más picante; aunque el curtido no pica demasiado, o mejor dicho, depende de la cantidad de curtido que te eches, así pica. También dan una salsa de tomate deliciosa y que las deja más jugosas. Como se puede ver en la foto, ¡dan ganas de hincarlas el diente!


Pero volvamos a la película que da título al blog. El final de la siguiente escena de Pulp Fiction es espectacular, primero por lo que dicen "Pumpkin" (Tim Roth), cuyo apodo  significa "calabaza" en clara referencia al color de su pelo, y "Honey Bunny" (Amanda Plummer) que es el nombre de la novia de Bugs Bunny lo cual no deja de ser irónico.

Tim Roth y Amanda Plummer en PulpFiction
- Pumpkin: Everybody be cool this is a robbery! (Tranquilo todo el mundo, esto es un atraco)


- Honey Bunny: Any of you funckin' pricks move and i'll execute every motherfucking last one of you! (Que un solo jodido capullo se mueva, y me cargaré hasta el último bastardo de vosotros)

Y entonces entra el solo de guitarra de Dick Dale en Misirlou, con los gritos al aire dando entrada a la batería... y que por si sola transmite todo lo que acontecerá en la escena y en la vida de los personajes que allí se citan y de los cuales el director nos ha hecho un puzzle de mil piezas que nos da desordenadas para que nosotros las recompongamos, Tarantino que es un maestro en dotar de contenido a las canciones de sus películas, logra en una canción instrumentar relatarnos -como diría Vincent Vega- todo cuanto sucederá "en ese jodido instante en la cafetería"... 

John Travolta le debe mucho a este papel que fue una arriesgada apuesta del propio Tarantino, quien lo resucitó tras años en el ostracismo, años de pocos y pobres papeles...  además de romper la imagen de joven rebelde de películas quinceañeras tipo Saturday Night Fever (John Badham, 1977, Fiebre el Sábado Noche) o Grease (1978, Randal Kleiser) o comedias descafeinadas como el remake americano Look who's talking (Mira quien habla, 1989, Amy Heckerling) de la exitosa y enternecedora Trois hommes et un couffin (Coline Serreau, 1985, Tres hombres y un biberón), alternados con largos periodos de inactividad; Tarantino nos presenta un Travolta con una imagen renovada de si mismo, con una madurez personal e interpretativa... después vendrían papeles por doquier, éxitos de taquilla y maravillosas actuaciones como el eterno buscador de redención en A Love Song for Bobby Long (Shanee Gabel, 2004, Una canción del pasado).

Quizás el momento más estremecedor de la película sea cuando Travolta y Samuel L. Jackson desatan la "ira de Dios" asumiendo el brazo vengador tras la libre versión de las palabras de Ezequiel 25-17 que todos sabemos de memoria porque Jackson las recita y recita en la película, pero me puse a buscar lo que dice Ezequiel 25-17, que dice más o menos así: "Y haré en ellos grandes venganzas con reprensiones de ira, y sabrán que yo soy Yavéh cuando haga mi venganza en ellos".


   

miércoles, 14 de noviembre de 2012

“Me pregunto si la gente pensará que eres mi padre”.
Alicia en las ciudades, 1974, Dir. Wim Wenders

San Salvador, 14 de Noviembre de 2012

El anterior artículo se planteaba preguntas sobre el género de esta gran película de Wim Wenders; éste adentra el film al laboratorio forense y lo disecciona...


Alicia

Alicia: ¿Has dormido bien? ¿No podrías haber dormido solo?
Winter: El sofá estaba ya ocupado. Lo tomaste primero.


Alicia en estado puro
Me persigue este nombre. Primero cuando vi la obra de Chabrol que me marcó, después cuando contra pronóstico dio título a este blog y ahora esta película… 

Alicia representa ese concepto de fuga que me seduce y aleja a la par, aunque la Alicia de Wenders es muy diferente al resto pues no es realmente Alicia sino que es su alter ego, mientras la Alicia de Chabrol es la pregunta, la Alicia de Wenders es la respuesta…


Alicia descubriendo
Aquí Alicia es Alicia de si misma y conejo del malogrado escritor Phillip Winter (cuyo corazón es tan frío como su apellido) quien se enfrentará al sentimiento de abandono a sus apenas 8 años y que, sin pretenderlo, catalizará la huida hasta poner en orden el mundo de Winter. 

En un foro de internet, muchos coinciden en que Alicia es esa niña a la que todos queremos apadrinar, yo no creo que sea posible, Alicia es esa niña que todos queremos que nos apadrine, nadie elige a Alicia, ella te elige o no, y si lo hace, si se entrega, alcanzas la redención que alcanza Winter. 



Wim Wenders
Actuación maravillosa. Decía otro forero que solo hay dos clases de niños en la gran pantallas: a los que adoras y a los que pegarías (al director, claro, por permitir semejante aberración). Coincido, con un matiz, muchos solo te dejan indiferente. Siempre he sido partidario de negar la actuación de los niños, porque los niños que hacen de niños, no actúan, solo son, o como mucho, juegan. 

Es como si a Lassie la considerásemos una de las mejores actrices perrunas, no, no actúa, juega, y es distinto. Es fácil saberlo porque Shia Laboeuf al que ya puse a parir (poco para lo que se merece) en otro blog hace lo mismo, y por lo tanto no podemos decir que actúe, si acaso podemos compararlo con Lassie… y ella ladra mejor...

Como decía hay dos clases de niños. No recuerdo en estos momentos una actuación infantil tan buena como la de esta desconocida , porque realmente no hace de niño, sino que realmente debe actuar. Aquí le doy una buena parte del mérito al director, e incluso a Rüdiger Vogler porque el nivel de actuación de una pareja viene determinado por el menor de los dos, y aquí es difícil decirlo. Ambos de quitarse el sombrero.



Phillip Winter

Alicia: ¿Qué te pasa?
Winter: Miedo.
Alicia: ¿Qué clase de miedo?
Winter: ¿Hay diferentes clases?
Alicia: Si.
Winter: Tengo miedo del miedo.

Rüdiger Vogler en el papel de Phillip Winter
Winter se dedica a hacer fotos con una polaroid (el encanto de las polaroid reside precisamente en comparar la foto con la realidad por la simultaneidad temporal del revelado, hecho que permite al director filosofar sobre la dicotomía derivada) y a buscar algo que le saque de su hastío… Es difícil no sentirse así, alienado por las ciudades impersonales que hemos creado, decepcionado porque las fotos nunca muestran la realidad (en un momento muestra hasta qué punto esto le provoca rabia e impotencia), irritado por la banalidad del contenido televisivo como ya pronosticaran a mediados del S. XX Orwell en 1984 y Bradbury en Fahrenheit 451, hastiado de todo y de todos, y en permanente búsqueda sin posibilidad de encuentro.



El viaje

El viaje se enmarca en un proceso interno que desgranaré con cinco escenas que me impactaron.

Escena 1: el espejo. Con un paisaje de fondo típico de la campiña holandesa y en pleno letargo provocado por un sempiterno estado de espera (espera a la llegada de la madre de Alicia que la ha abandonado en Nueva York con Winter horas antes de que despegue su vuelo a Ámsterdam), la niña coge la cámara y le saca una foto, la única foto que saca en toda la película (él antes de eso ha sacado multitud de fotos, todas ellas de objetos inanimados, muertos, incluso algunos, como las luces de neón, que pretenden engañarnos y aparentar una calidez que no poseen).

Cuando él la coge ve el reflejo de la imagen de Alicia que se superpone a su propia imagen con destellos del sol sobre el recubrimiento del papel fotográfico, la sinestesia se ha iniciado, es un guiño a la caída de Alicia en la madriguera, el clarín que anuncia el cambio, la malvada bruja ya no está sola frente al espejo, su imagen se desdobla, se difumina, se entremezcla, su identidad anclada en la soledad se resquebraja y con ella ese castillo de arena infranqueable, su viaje a ninguna parte cambia de rumbo y encuentra su propia Ítaca, solo que él nunca lo hubiera logrado, necesitaba al conejo… Alicia ya forma parte de él, solo que no lo sabe…



Escena 2: la negación. Todo cambio es traumático, toda pérdida es un drama a gestionar y Winter pierde el único sentido que le daba a la vida que no es sino -paradógicamente- constatar y confirmar a cada instante la ausencia de un sentido. Como le dijo su amiga en Nueva York, esa es la única manera que tiene de sentirse vivo; en el fondo hace fotos de la realidad porque él se siente una foto más, su vida la percibe como una imagen vacía de lo que debería ser la vida “real”. En el aeropuerto de Ámsterdam, Alicia se encierra en un locker del baño femenino. Winter la sigue e inician una conversación desesperada. Acaban de saber que su madre la ha abandonado y se niegan a aceptarlo. Él porque de repente siente que tiene una responsabilidad hacia alguien y eso le abruma; ella porque necesita una identidad. En el fondo ambos son almas gemelas sin saberlo, él porque la perdió y no la busca, ella porque nunca la tuvo y la persigue. Winter se deja caer en el baño y acaba renunciando a su identidad, la soledad, para que ella pueda alcanzar la suya, la esperanza. Alicia solo vive si sueña y él solo si niega la posibilidad de soñar… Es la eterna lucha entre Seth y Horus, caos y orden, y finalmente Winter deja que Alicia penetre en su interior por primera vez…


Alicia y Winter al inicio de la sesión de fotos
Escena 3: Mimesis. En pleno viaje un fotomatón. La escena es simple, ambos serios en las primeras fotos hasta que Alicia sonríe y finalmente él lo hace, no la imita, no la sigue, realmente lo siente. La Alicia-Conejo le ha mostrado el camino.


Escena 4: Metamorfosis. En pleno viaje un rótulo de ejercicios en un parque. Nuevamente la escena es simple, Winter realiza ejercicios y Alicia le imita, y Winter por primera vez sin necesidad de ella se libera, lo vive, lo disfruta, se acaba quitando el jersey y lo lanza… el aprendiz se convierte en maestro y asume lo que siempre debió ser, adoptando el papel de conejo para Alicia.


Alicia observa la prueba de su nueva identidad binomial
Escena 5: El descubrimiento. Una mujer en un parque queda prendada de la calidez de Alicia y Winter y por su sentido maternal y protector les invita a cenar y dormir a su casa. Al amanecer Alicia se despierta algo desorientada, por primera vez no divisa a Winter al abrir los ojos, entonces comprende, abre la maleta y escoge un vestido, es su primer acto de feminidad, abre la puerta del dormitorio y se acerca a la cama donde ambos amantes duermen, despierta a Winter que quiere seguir durmiendo pero ella insiste en marcharse, y, al final, surge la verdadera pregunta: “¿No podrías haber dormido solo?”. La niña abre la puerta a la mujer que algún día será. El Winter de antaño no hubiera contestado, o hubiera ironizado, o hubiera dicho un simple “no”, pero el nuevo Winter se siente incómodo lo cual supone aceptar el derecho de Alicia a hacerle esa pregunta. 

La transformación es ya total, el vínculo se ha formado, el círculo se ha cerrado. Él se justifica: “El sofá ya estaba ocupado. Lo tomaste primero”; haciéndolo, Winter reconoce el derecho de Alicia y su obligación hacia ella. Ha encontrado su identidad. Su viaje por el país de las maravillas ha concluido.

Alicia y Winter

Alicia y Winter

 

martes, 13 de noviembre de 2012

"Perdiste el Norte cuando perdiste tu sentido de la identidad. Y eso pasó hace mucho. Por eso necesitas pruebas, pruebas de que aún existes, por eso sigues tomando fotos, para probarte después que fuiste tú quien realmente vio algo."
Alicia en las ciudades, 1974, Dir. Wim Wenders


San Salvador, 13 de Noviembre de 2012

El 7 de Noviembre Centroamérica estornudó. 

Un terremoto de escala 7,5 en Guatemala se sintió en San Salvador durante unos 30 segundos. Parecen pocos, muy pocos, pero cuando la tierra tiembla, se hacen largos. Yo, cual Alicia en el país de las maravillas, en mi mundo, los vivo con... como llamarlo... ¿expectación? ¿incredulidad? ¿interés de lo desconocido? Si no fuera porque sé las consecuencias que tiene, sin ir más lejos este terremoto deja más de 50 muertos en el país vecinos, diría que es increíble ver como la tierra nos recuerda quien manda, lo diminutos que somos... Podemos hacer daño a la fauna, a la flora, ¿pero a la tierra? El día que se canse nos manda a todos al cuerno y vuelve a empezar con otras especies. Quizás ya lo hizo anteriormente y somos los segundos o los terceros o a saber... Tengo mis teorías respecto a las pirámides que se aprecian en todo el mundo, bien sea en superficie o bajo el agua, pero cuando la Tierra tiembla, no somos nadie.


Yella Rottländer en la comisaria
Alicia experimenta de nuevo el sentimiento de abandono
Ayer viaje al corazón de una niña de la mano de Wim WendersAlicia en las ciudades no es una obra maestra del cine, pero es de una calidez sobrecogedora, lo cual puede ser mejor en según qué momentos...

La trama es sencilla, un escritor alemán viaja por EEUU en busca de inspiración pero no logra escribir nada… Frustrado, decepcionado, y tras gastar todo el anticipo de la editorial, decide volver a Alemania. En el aeropuerto de Nueva York conoce a una mujer soltera con su hija con quien pasa la noche porque cancelan el vuelo. La mujer le deja al cargo de la niña unas horas pero nunca regresa por lo que ambos inician un viaje en busca de la casa de su infancia por la vieja Europa.


Con un argumento tan básico, con pocos pero muy bien hilados diálogos, con las imágenes justas, con unas actuaciones maravillosas y un sello de director que se percibe aunque no apabulla, nace esta película de la que hablaré por partes. Hoy a modo de introducción y mañana más detalladamente...


El género

Easy rider
Hay dos tendencias marcadas de road-movies, los viajes introspectivos y los viajes de aventuras. El ritmo generalmente marca la tipología y permite encasillar cada film; aunque lo normal es que en las introspectivas sucedan hechos, acciones u aventuras que son el germen de las introspecciones y que en las de aventuras se alternen momentos introspectivos si bien de una profundidad menor y, conscientes, de que el público que asiste no busca un significado sino simplemente una tregua. 

Además hay mucha controversia en donde empiezan y acaban las road-movies; mientras hay gente para la que las escenas en carreteras deben ser al menos un 33% de la película, hay gente como yo que entendemos que la importancia radica en la búsqueda, en el viaje, como ya advirtiera Konstantinos Kavafis en su poema Ítaca. Hay muchas de éstas que para mi fracasan, y normalmente son bien aquellas que pretenden ser lo que no son o bien aquellas cuyo guión es malo…


Barry Newman y el Dodge Challenger R/T en Vanishing Point
Es el caso de Thelma y Louise (Ridley Scott, 1991) que no se define claramente por un estilo aunque sé que mucha gente la idolatra y que en su día desató pasiones entre el público femenino (el trasero de Brad Pitt tiene la culpa) aunque para mi ha envejecido muy mal (como era de esperar porque es bastante flojita, lo único novedoso es que por primera vez la road-movie la protagonizan mujeres lo cual en el siglo XXI como que es superfluo), o Vanishing point (Richard C. Sarafian, 1971) que es considerada película de culto en la materia, e incluso hubo quien la consideró en su día como la “easy rider” en 4 ruedas, aunque presente un guión mediocre con dirección mediocre y actores que hacen lo que pueden ante un iniciio y final mediocres, o El incidente (M. Night Shyamalan, 2008, The happening) que pretende ser un thriller pero cuya ausencia de contenido es tan flagrante que el suspense radica en cuando se va a terminar... Por supuesto hay muchas más, si bien no creo que merezca la pena mencionarlas.


Christian Slater y Patricia Arquette en Amor a Quemarropa
Otras apuntan pero no rematan y según cual y quien sea el espectador se fijará más en lo que aportan o en lo que omiten… Es el caso de Little Miss Sunshine (J. Dayton y V. Faris, 2006) que pretende ser introspectiva pero que se queda a medias (lástima, porque podría dar mucho más de si), o Un mundo perfecto (Clint Eastwood, 1991) que no deja de ser un pseudoremake de la película de Wim Wenders con la estética de los 90, yanqui, sensiblera en el mal sentido del término y menos natural (se dramatiza para emocionar, por lo que se pierde pureza a mi criterio, sin que por ello no sea un film que merece la pena ver), o Rain man (Barry Levinson, 1988) que no sabría muy bien si definirla como road-movie pero que en cualquier caso tiene mucho encanto pese a que alterna grandes momentos con otros insustanciales, o Diarios de motocicleta (Walter Salles, 2004) que va de más a menos a medida que se politiza, o Amor a quemarropa (Tony Scott con guion de Quentin Tarantino, 1993) que entretiene y es muy recomendable para un sábado noche en casa pero que podría dar más de si, etc.


Pero hay unas cuantas elegidas que se han ganado por un motivo u otro su espacio en el  mundo del cine. De acción citaría a la mítica Easy Rider (Dennis Hopper, 1969), Mad Max II (George Miller, 1981), y a otro nivel, El diablo sobre ruedas (Steven Spielberg, 1971, Duel) que sin ser nada del otro mundo (siendo peor que otras su carácter pionero la ubica en esta categoría) logra a la perfección lo que pretende: entretener y angustiar, por lo que no es hipócrita como Thelma y Louise; incluso las hay que logran encontrarse a si mismas apoyándose en ambas categorías como Camino a la perdición (Sam Mendes, 2002). En cuanto a introspectivas me quedo con esta Alicia en las ciudades (1974) y París, Texas (1984), ambas de Wim Wenders (autor que por buscar la excelencia alterna peliculones con petardos), y con The straight story (David Lynch, 1999, Una historia verdadera); ambas me parecen joyas del cine de autor y del cine por y para el ser humano. No creo que se pueda decir mucho, lo mejor es verlas, una y otra vez si se quiere. Yo, anoche, me vi la primera dos veces seguidas y me gustó más aún la segunda que la primera…

The straight  story, Dir. David Lynch

A modo de corolario, toda road-movie debe mirar a la obra primogénita, la Odisea de Homero, la cual evidentemente abarca todo, tanto acción como introspección, recordándonos una vez más que todo está inventado ya y que cambiamos por fuera, pero por dentro nada cambia…





martes, 6 de noviembre de 2012

" - Pourquoi tu m'aimes? (¿Porqué me amas?)
   - Par-ce-que tu es vieille... et laide." (porque eres vieja... y fea)
Les choses de la vie, 1970, Dir. Claude Sautet

San Salvador, 6 de Noviembre de 2012


Claude Sautet durante el rodaje de
Un mauvais fils (1980)
Sautet es un director que transmite desde el guión porque fue tan buen director como guionista y, si acaso, más prolifero en lo segundo que en lo primero. Tras unos comienzos que van desde la comedia un tanto infantil (Bonjour sourire, 1955, de la cual tiempo después renegaría) hasta un interesante escarceo por el cine negro (Classe tous risques, 1960, y L'arme à gauche, 1964, donde sobresale la actuación de Lino Ventura), en su madurez se centra en el cine más personal e íntimo donde Schneider y Piccoli van a brillar con luz propia, aportando cada uno 5 actuaciones en las 6 películas siguientes, a saber, Les choses de la vie (1970), Max et les ferrailleurs (1971), César et Rosalie (1972), Vincent, François, Paul... et les autres (1974), Mado (1976) y finalmente Une histoire simple (1978)

Piccoli, que actúa en todas como protagonista salvo en César et Rosalie (donde su papel natural lo adopta un magnífico Yves Montand), participa sin embargo en dicha producción aportando la voz en off que relata la historia. Schneider, actúa en todas como protagonista salvo en Vincent, François, Paul... et les autres, película que gira en torno a la peculiar amistad de tres hombres y que por lo tanto carece de protagonista femenina.

Como vemos todas ellas se forjan en la década de los 70, pero el tiempo pasa y Sautet, Schneider y Piccoli se separan y embarcan en nuevos proyectos... Desde une histoire simple, Sautet solo rueda en los siguientes 10 años dos películas: Un mauvais fils (1980), y Garçon! (1983) donde recurre nuevamente a Yves Montand, pero ninguna alcanza el éxito de las anteriores... el director es víctima de su propio listón y decide reinventarse, adaptarse a los cambios, y busca nuevos actores a los que sacar el máximo... 


Auteuil y Béart en L'amour en douce (1984)
Sautet quedaría seguramente impresionado por las actuaciones de Émmanuelle Béart y de Daniel Auteuil en L'amour en douce (Édouard Molinaro, 1984) y, sobre todo, por Manon des Sources (Claude Berri, 1987, a partir de la obra del escritor y cineasta Marcel Pagnol), por la cual ambos ganaron sendos Césars de l'Académie des Arts et Téchniques du Cinéma (queda como anécdota que ambos fueron pareja desde el 84 hasta el 95). El caso es que la presencia de Schneider y Piccoli fue reemplazada por estos actores en su última etapa como director. Así ella actúa en las dos últimas películas mientras él en la penúltima y la antepenúltima, coincidiendo por lo tanto ambos en Un coeur en hiver (1992). 


Esta última etapa fue la más laureada de Sautet, aunque no por ello mejor, ya que tanto por Un coeur en hiver como por Nelly et monsieur Arnaud (1995) fue premiado con el Cesar a la mejor dirección. Ambos son buenos actores, aunque Auteuil está un par de peldaños por encima de Béart.


Émmanuelle Béart
Manon es la más reconocida de cuantas películas rodaron juntos, pero hay muchas no tan afamadas en las que dejan su sello conjuntamente como en Une femme française (Régis Wargnier, 1995) o por separado como en, por ejemplo, Nathalie X (Anne Fontaine, 2003) donde actúa Béart. De Auteuil hay tantas que solo citaré algunas: Jean de Florette (Claude Berri, 1986, que es la primera parte de Manon des sources, y que para mi es de lo mejorcito del cine francés, con grandes actuaciones de Yves Montand y Gérard Dépardieu), La veuve de Saint-Pierre (Patrice Leconte, 1999), Le placard (Francis Veber, 1999), etc., así como en otras películas no tan notables pero en las que siempre deja huella como en Caché (Michael Haneke, 2005) o 36 quai des orfèvres (Olivier Marchal, 2004).


Pero volvamos a Schneider y Piccoli... Las suyas son actuaciones tan magnificas que poco puedo aportar yo, sin embargo, si cabe destacar que Sautet supo sacar de Schneider momentos estelares que quedan ya en la historia del cine europeo y mundial.


Romy Schneider
Esta espléndida actriz da vida a Hélène en Les choses de la vie con una fuerza abrumadora, como a Lily en el de Max et les ferrailleurs o a Rosalie en César et Rosalie y en menor medida, a mi gusto, aunque siempre a un gran nivel, a Hélène en Mado (siendo éste un papel secundario) o a Marie en Une histoire simple (aunque fue precisamente este papel el que le permitiera obtener su segundo Cesar en 1979)En Les choses de la vie, tanto ella como Piccoli rozan la perfección, si bien es cierto que el papel de Piccoli me parece más sencillo, no por ello es menos importante ya que él es el eje de toda la película (mientras que en Max et les ferrailleurs me parece justo lo contrario, mientras ella es el eje de la película, me parece más complicado el papel de él). 

Hay quien dice que hay un antes y un después en la carrera de Schneider tras encarnar a Hélène, paradigma de la mujer moderna, independiente, fuerte y frágil, y profundamente enamorada y que, sin embargo, no alcanza nunca el equilibrio entre su serenidad exterior y su tormenta interior; surgen entonces las comparaciones inevitables con el enorme trauma personal que le provoca la decepción amorosa que sufre con Alain Delon, y que desde que se convierte en Hélène, ya no interpretará más sus papeles sino que los vivirá. Quizás sea cierto...


Alain Delon conoce a Romy Schneider cuando ella aterriza para rodar la película Christine (Pierre Gaspard-Huit, 1958), él es el designado por la productora para ir a esperarla a los pies del avión con un ramo de flores para darla al bienvenida a tierra firme (en ese momento ella ya era una estrella emergente mientras que él aún no), a veces la vida tiene estos caprichos... en pocos meses son el centro de las miradas en las soirées parisiennes, ambos muy guapos y jóvenes, él francés y ella germana, él moreno y ella rubia, ricos, famosos, todo encaja. ¿Todo? No, todo no. Con el tiempo Delon se distancia y en el año 1961 comienzan los rumores/escándalos de escarceos de Delon, siendo la más notoria la que mantiene con la cantante Nico (con quien presuntamente tiene un hijo en 1962 aunque nunca lo llega a reconocer como tal) y por otro lado se inicia una relación peculiar del actor con Luchino Visconti, controvertido director y reconocido homosexual (el propio Delon años después se declararía abiertamente bisexual)... 
Alain y Romy en París durante su relación

En ese mismo año, 1961, Visconti dirige a ambos por separado, a él en la exitosa Rocco et ses frères (1960) y a ella en Boccaccio '70, un ensayo cinematográfico mordaz sobre el amor y el deseo en la Italia de los 70 de 4 directores italianos de primera línea (Mario Monicelli, Federico Fellini, Luchino Visconti y Vittorio de Sica), en el cual Schneider -en el cortometraje de Visconti Il lavoro- hace el papel de una mujer que al conocer que su marido es aficionado a las prostitutas decide cobrarle por sus propios servicios conyugales... a pesar de las limitaciones del papel y del tiempo, nuevamente Romy no defrauda en la pantalla...


Delon y Schneider en La Piscine (Jacques Deray, 1968)
...pero  en su vida personal, a una joven y frágil Schneider su relación con Delon se le escapa de las manos, no puede cambiarle y no puede con ello, y acaba por derrapar... Finalmente en 1964 la pareja de moda se separa; Delon había dejado embarazada a Nathalie, su por entonces amante y con quien se casará posteriormente. 

Rápidamente surgen nuevas parejas, y sin embargo, en medio de parejas formales, múltiples amantes por ambos lados (La propia Schneider fue, parece ser, algo más que la musa de Claude Chabrol, lo cual no sorprendería a nadie viendo como capta toda su esencia con la cámara, como apura cada gota de su clepsidra). 


La vida sigue... los años pasan... y ambos triunfan en la gran pantalla por separado. 


Romy y Alain
Ella con grandes papeles pero incapaz de encontrar el equilibrio personal en su vida en la que encadena dos bodas, dos hijos y diversos amantes. Él por su parte alterna buenos y malos papeles con una vida también tempestuosa,  mucho éxito inicial, y tras un breve tiempo de estabilidad con Nathalie, retorna al mundo extraconyugal al que nunca supo renunciar, tocando primero el cielo en los 70 y luego el infierno en los 80 y 90. Delon es mejor actor de lo que puede parecer a simple vista cuando se le observa fuera de la pantalla (donde su aspecto arrogante y chulesco es lamentable),  pero a mi entender su fama fue muy exagerada y, sin duda, es mucho peor actor de lo que él mismo opina. Él, dueño de un ego en lo que si es inigualable, se ha llegado a comparar al propio Clint Eastwoodcon y sin perdón.


Con el tiempo ambos volvieron a encontrarse en La piscine (Jacques Deray, 1968), una película que deja imágenes para la historia y para su propia historia. La interpretación queda en un segundo plano, se respira en el rodaje lo que fue, lo que no fue, y lo que pudo haber sido, con una atmósfera espesa que puede observarse al ver la película, y en medio de un asunto complicado en el cual aparece muerto el guardaespaldas de Delon en París (con dos teorías, la de un ajuste de cuentas de la mafia o la de un peculiar trío amoroso con el actor y su mujer), uno más de los diversos escándalos que salpicarían al actor...


Hélène (Romy) acaricia la mano de Pierre (Michel) en
Les choses de la vie
Como siempre, Hollywood tomó prestado el guión y sacó su Intersection (Mark Rydell, 1994), con Richard Gere y Sharon Stone, pero claro, coger esta película y darle un toque americano no deja de ser como comerse un chuletón frito en aceite de girasol y con coca-cola, no puede salir bien. Sharon Stone es una actriz limitada a ciertos papeles muy muy concretos, en estos puede llegar a transmitir como actriz, pero no tiene ni de lejos la profundidad requerida, y Richard Gere es la calcamonía guaperas de todo a cien de Piccoli. Más allá de Sautet, Romy Schneider tiene en su haber películas tan diferentes con directores tan afamados como Visconti, Welles, Chabrol, Preminger, con roles muy dispares, pero siempre dando un calor especial a sus interpretaciones. 

No conozco aún el conjunto de toda su filmografía, pero sin duda, Sautet tiene el mérito de captar la profundidad turbulenta del alma de la actriz en la vida real y de como volcar toda esa simbiosis entre independencia, fragilidad, seguridad, indecisión, espontaneidad, sensualidad, carisma, dulzura, personalidad, símbolo de mujer liberada y a su vez prisionera de su propia liberación, definiciones que la atenazan dentro y fuera de la pantalla. 


Romy Schneider

Es quizás la actriz más francesa de las austriacas o la más germana de las francesas, capaz de transmitir todo el calor del mundo con su mirada y toda la frialdad con sus gestos y, minutos después, justo lo contrario; en esa línea tan delgada en la que transitaba, era demasiado fácil caer de un lado, solo cabía una vida tan trágica como sus personajes. Sautet que es un maestro en mirar en el interior más recóndito del ser humano corriente, sin necesidad de grandes personajes ilustres, encontró en Romy Schneider una mina para su talento como director.


Sin embargo, la química tan especial de Romy y Michel traspasa la mirada de Sautet. Hay quien dice que las mejores películas de Schneider llegan de la mano de otros directores como en L'important c'est d'aimer (Andrej Zulawski, 1974, papel por el cual ganó su primer Cesar)  o Vieux fusil (Roberto Enrico, 1975) y de Piccoli también en películas como Dillinger est mort (Marco Ferreri, 1968), donde realiza uno de sus mejores papeles, Belle de jour (Luis Buñuel, 1966, donde comparte cartel con Cathérine Deneuve), La décade prodigieuse (Claude Chabril, 1971, donde sobresale la actuación de Orson Welles y Anthony Perkins),  La belle noiseuse (Jacques Rivette, 1991, donde sobresale la actuación de Émmanuelle Béart), etc. 



Michel Piccoli y Romy Schneider
Más allá de Sautet, decía, se les puede ver juntos en otras películas (que sin embargo no logran captar la química tan especial que flota entre ambos actores como lo logra Sautet) como La voleuse (Jean Chapot, 1966), Le trio infernal (Francis Girod, 1974) o en La passante du sans-souci, de Jacques Rouffio (1982), que sería a la postre la última película de Romy Schneider, un año después del fallecimiento de su hijo en un trágico accidente, y antes de -supuestamente- suicidarse con alcohol y barbitúricos o como consecuencia de un fallo cardíaco por sus excesos, poco importa ya a estas alturas. La actriz, en plena madurez, fue un fiel reflejo en la vida real de la Romy Schneider que nos muestra Sautet en sus películas, una mujer que según el momento puede ser tan segura que desarme a cualquier hombre o tan frágil que se rompa en mil pedazos. Ese es su talento y quizás también su perdición. Ese y su mirada, su eterna mirada... Romy y Michel, Michel y Romy, mis respetos, mi agradecimiento y mi admiración.


"Elle ne supporte ni la médiocrité ni la décrépitude des sentiments. Elle peut en donner beaucoup. Elle jouera toujours… car Romy possède un visage que le temps ne peut détruire. Il ne peut que l’épanouir." 
Claude Sautet
("No soporta ni la mediocridad ni la decrepitud de los sentimientos. Puede dar mucho. Actuará siempre... porque Romy posee una cara que el tiempo no puede destruir. Solo puede hacerla florecer.")

"Romy, c’est la vivacité même, une vivacité animale, avec des changements d’expression brutaux, allant de l’agressivité la plus virile à la douceur la plus subtile. C’est l’actrice qui dépasse le quotidien, qui prend une dimension solaire. Elle possède cette ambiguïté qui fait l’apanage des grandes stars."
Claude Sautet
("Romy es la vivacidad en si, una vivacidad animal, con cambios de expresión brutales, que van de la agresividad más viril a la dulzura más sutil. Es la actriz que supera lo cotidiano, que adopta una dimensión solar. Posee esa ambigüedad que hace exclusivas a las grandes estrellas.")

"Il faut toujours que j’aille au bout, même si ce n’est pas bien. J’aime aller aux limites du possible, dans la profession comme dans la vie sentimentale. Je ne regrette rien ! Il faut avoir plusieurs passions dans la vie. Elle est trop courte pour qu’on ne vive la passion qu’une seule fois."
Romy Schneider
("Siempre tengo que ir hasta el final, incluso si no está bien. Me gusta ir al límite de lo posible, tanto en la profesión como en la vida sentimental. No me arrepiento de nada! Hace falta tener varias pasiones en la vida. Es demasiado corta como para vivir la pasión una sola vez.")