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miércoles, 21 de noviembre de 2012

"It's 30 minutes away… I'll be there in 10" (Eso está a 30 minutos de aquí... llego en 10 minutos)
Pulp Fiction, 1994, Dir. Quentin Tarantino

San Salvador, 21 de Noviembre de 2012

Hoy he querido iniciar el artículo con una mención a esta obra del amigo Quentin Tarantino por el diálogo gastronómico que nos deja, por motivos que al llegar al final, se comprenderán... ¿Se nota que he salido tarde de currar, no he cenado y tengo hambre?

Cartel de Pulp Fiction
- Alright, well you can walk into a movie theater and buy a beer. And, I don't mean just like a paper cup, I'm talking about a glass of beer. And, in Paris, you can buy a beer in McDonald's. You know what they call a Quarter Pounder with Cheese in Paris?
- They don't call it a Quarter Pounder with Cheese?
- No, man, they got the metric system, they don't know what the fuck a Quarter Pounder is.
- What do they call it?
- They call it a “Royal with Cheese”.
- Royal with Cheese?
- That's right.
- What do they call a Big Mac?
- Big Mac's a Big Mac, but they call it “Le Big Mac”.
- “Le Big Mac”. What do they call a Whopper?
- I don't know. I didn't go into Burger King.


Y si hablamos de restauración y cine, el maestro es sin duda Claude Sautet, cuyo fin de ciclo me dejó un poco frío por instantes. La última etapa (1980-1995) tiene algún apunte interesante pero no aporta nada que no se haya visto ya en la década de los 70, son películas que se dejan ver (hay dos que ni eso), en la que cada una tiene un cierto encanto, pero en la que no alcanza ni la genialidad, ni la frescura, ni el brillo de las películas anteriores. 


Entrañable escena de Garçon! donde celebran una cena el personal del restaurante porque uno de ellos lo deja. Es sin duda el momento más natural de la película. Nuevamente Sautet retrata a la perfección le quotidien d'une brasserie sin tópicos; ni excesos, ni defectos.



Yves Montand y Jacques Villeret están geniales en Garçon!
La década de los 80 cuenta con tres películas. En Un mauvais fils (1980) me quedo con las reflexiones sobre hasta qué punto se le puede pedir a un hijo que sea responsable si uno mismo no lo es y la hipocresía de la sociedad con los que se ubican en los bordes de la misma, tratada sin complejos pero sin el exceso de "progresía" barata que tanto abunda en España. Garçon! (1984) es un tributo a lo que mejor hace Sautet, filmar en brasseries (cafeterías / restaurantes) ya que todo gira en torno a la vida y relaciones de un grupo de camareros/cocineros de una brasserie parisienne, sumado al placer de ver interpretar a Yves Montand y Jacques Villeret. Quelques jours avec moi (1988) es una película con un guión banal que cuenta una historia sin pies ni cabeza que no interesa a nadie, con una actriz que está muy sobrevalorada como es Sandrine Bonnaire (¿Qué le habrán visto a esta chica para que la den tantos y tan variados papeles?) y un Daniel Auteuil que hace lo que puede con el papel que se le da (me quedo en esta película con el papel y la actuación secundaria de Jean-Pierre Marielle, muy entrañable y de menos a más).



Emmanuelle Béart con esa mirada que la caracteriza
La década de los 90 cuenta con dos películas. Un coeur en hiver (1992) es la que más me ha gustado desde el Sautet reflexivo de los '70 aunque es fácil porque siempre es un placer disfrutar de la mirada de Emmanuelle Béart, El binomio antagónico Auteuil-Dussollier es creíble (le supuso el Cesar a mejor actor secundario a Dussollier), y el entorno musical con las sonatas de Ravel para violín acompaña a la perfección el peculiar ritual de seducción de un constructor de violines y una violinista (notable actuación de Béart en las escenas de interpretación musical que son muchas y no se recurre al tópico de primer plano y una doble). Es una película de director, donde el sello de Sautet queda patente (le supuso el Cesar a la mejor dirección) y es sin duda la más representativa de la era post schneider-piccoli. Y finalmente Nelly et monsieur Arnaud (1995) que es un petardo de film, los diálogos no aportan nada y son previsibles, la dirección tampoco aunque le dieran el Cesar al director, la actuación del actor principal es banal por mucho que los franceses en sus foros lo alaben y que también le dieran el Cesar (entiendo que en la moda progre que caracteriza al cine francés y español desde los 80, el argumento "mola" aunque sea más simple que pelar un plátano), el guión presenta incoherencias (¿Ella acepta sin más, sin dilemas morales, sin una charla con su pareja de la que está hastiada, un dineral de un tipo al que no conoce y que la mira con cara de viejo verde? Será que me falta sutileza... Camille, el personaje de Un coeur en hiver, tarda un tiempo en abrirse a un extraño que la intriga, se observa la lucha interior que la atenaza incluso cuando interpreta sus obras... pero aquí no hay nada de eso, es absurdo), y lo único que podría salvar la película, la existencia de química entre Nelly y Arnaud, ni se ve ni se espera... (después de ver la química entre Alicia-Phillip Winter en Alicia en las ciudades  de Wim Wenders, 1974, esta relación Nelly-Arnaud es patética). Nada, la realidad es que es una pérdida de tiempo, a pesar de sus premios, supongo que sucedió lo que siempre pasa, no se lo dieron en su día por las excelentes películas de los 70 y querían remendar la plana lo cual cuadra perfectamente con los Cesar, los Goya, los Oscar y todas esas convenciones de soplagaitas progres al servicios de la industria y la hipocresía. 


Uno de los sábados de octubre estuve cenando pupusas en Planes de Renderos, allí donde las pupusas de maíz típicas de El Salvador ameritan la fama que las precede. Planes, que se sitúa en lo alto de una loma volcánica al sureste de San Salvador, apenas si requiere 15 minutos de desplazamiento desde mi casa situada en la ladera del volcán que domina la ciudad, el Boquerón, en una noche de sábado, aunque lo de noche es literal, porque acudimos sobre las 7 a cenar. Las pupusas, a 60 o 70 centavos de dólar la unidad, son unas tortas de maíz rellenas. La más típica es la pupusa revuelta, rellena de chicharrón con frijol y queso, si bien hay de diversos tipos, desde queso con loroco a queso con ayote, o de frijol con chicharrón, y luego otras más “modernas” que omiten el queso o el frijol.


Mia (Uma Thurman) a Vincent Vega (John Travolta):
"Now I wanna dance, I wanna win, I want that trophy,, so dance good"
(Ahora quiero bailar, quiero ganar, quiero ese trofeo, así que baila bien)

La tortilla de maíz, esqueleto de la pupusa, es junto con el frijol la base alimenticia de un país que evita el hambre gracias a estos dos alimentos tan baratos como caloríficos, hidratos de carbono puros. Hoy en día hacen pupusas de arroz también, pero me quedo con las originales. El sitio al que fuimos era un lugar con mucho encanto, con una terraza desde la cual se dispone de una vista de San Salvador. Lástima que la noche y la neblina que se empezó a formar impidieran disponer de la vista en toda su extensión. De hecho, al llegar a casa, sobre las 9, empezó a tronar el cielo y unos relámpagos anunciaron lo que a la postre fue una enorme tormenta que a la mañana siguiente todavía daba muestras de su otrora fuerza en forma de riachuelos correteando por las calles.


Pupusas y otros alimentos típicos de El Salvador
como los frijoles, el platanito frito o el queso fresco
Las pupusas se han convertido en un plato extraordinariamente popular en toda Centroamérica y recientemente en los EEUU, donde los numerosos emigrantes salvadoreños, especialmente durante la guerra de los 80, fueron (y siguen yendo) en busca de fortuna. La verdad es que las había comido ricas, pero las de ese sábado fueron una delicia. Antes he omitido decir que siempre las sirven con un “curtido” (aparte) que es una ensalada de col generalmente con cebolla y zanahoria ralladas, todo ello macerado con un poco de chile que puede ser verde, o rojo, mucho más pequeño pero aún más picante; aunque el curtido no pica demasiado, o mejor dicho, depende de la cantidad de curtido que te eches, así pica. También dan una salsa de tomate deliciosa y que las deja más jugosas. Como se puede ver en la foto, ¡dan ganas de hincarlas el diente!


Pero volvamos a la película que da título al blog. El final de la siguiente escena de Pulp Fiction es espectacular, primero por lo que dicen "Pumpkin" (Tim Roth), cuyo apodo  significa "calabaza" en clara referencia al color de su pelo, y "Honey Bunny" (Amanda Plummer) que es el nombre de la novia de Bugs Bunny lo cual no deja de ser irónico.

Tim Roth y Amanda Plummer en PulpFiction
- Pumpkin: Everybody be cool this is a robbery! (Tranquilo todo el mundo, esto es un atraco)


- Honey Bunny: Any of you funckin' pricks move and i'll execute every motherfucking last one of you! (Que un solo jodido capullo se mueva, y me cargaré hasta el último bastardo de vosotros)

Y entonces entra el solo de guitarra de Dick Dale en Misirlou, con los gritos al aire dando entrada a la batería... y que por si sola transmite todo lo que acontecerá en la escena y en la vida de los personajes que allí se citan y de los cuales el director nos ha hecho un puzzle de mil piezas que nos da desordenadas para que nosotros las recompongamos, Tarantino que es un maestro en dotar de contenido a las canciones de sus películas, logra en una canción instrumentar relatarnos -como diría Vincent Vega- todo cuanto sucederá "en ese jodido instante en la cafetería"... 

John Travolta le debe mucho a este papel que fue una arriesgada apuesta del propio Tarantino, quien lo resucitó tras años en el ostracismo, años de pocos y pobres papeles...  además de romper la imagen de joven rebelde de películas quinceañeras tipo Saturday Night Fever (John Badham, 1977, Fiebre el Sábado Noche) o Grease (1978, Randal Kleiser) o comedias descafeinadas como el remake americano Look who's talking (Mira quien habla, 1989, Amy Heckerling) de la exitosa y enternecedora Trois hommes et un couffin (Coline Serreau, 1985, Tres hombres y un biberón), alternados con largos periodos de inactividad; Tarantino nos presenta un Travolta con una imagen renovada de si mismo, con una madurez personal e interpretativa... después vendrían papeles por doquier, éxitos de taquilla y maravillosas actuaciones como el eterno buscador de redención en A Love Song for Bobby Long (Shanee Gabel, 2004, Una canción del pasado).

Quizás el momento más estremecedor de la película sea cuando Travolta y Samuel L. Jackson desatan la "ira de Dios" asumiendo el brazo vengador tras la libre versión de las palabras de Ezequiel 25-17 que todos sabemos de memoria porque Jackson las recita y recita en la película, pero me puse a buscar lo que dice Ezequiel 25-17, que dice más o menos así: "Y haré en ellos grandes venganzas con reprensiones de ira, y sabrán que yo soy Yavéh cuando haga mi venganza en ellos".


   

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