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martes, 6 de noviembre de 2012

" - Qu'est -ce-que tu fais? (¿Qué haces?)
   - Je te regarde." (Te miro)
Les choses de la vie, 1970, Dir. Claude Sautet


San Salvador, 5 de Noviembre de 2012

Cartel propaganda del festival de Cannes 2012
con imagen de Romy Schneider
Hace unos días, por casualidades de la vida, inicié un ciclo de Claude Sautet y vi esta joya. Es una película sin pretensiones, sin aspiraciones de pasar a la historia, pero lo hará para una minoría que, como yo, no se cansan de observar y analizar al ser humano; en el fondo, es una mirada de cerca a cosas que normalmente no se miran, un análisis profundo sobre la importancia de ciertas pequeñas cosas de la vida, la ausencia de importancia de otras cosas tan grandes, los anhelos incumplidos, los sueños cumplidos, las decisiones e indecisiones que nos condicionan, de como se funden y entremezclan los errores y aciertos en nuestro día a día, y sobre todo, de como en apenas 10 segundos, todo ese mundo robusto al que nos aferramos, se desmorona como un castillo de arena en la playa con la primera ola que se asoma, que en este caso, es un vehículo que se cala en una curva en el instante en el que el vehículo del protagonista la encara. Entonces, todo pierde sentido, porque quizás nunca lo tuvo más allá del que se le dio en presente, los momentos pasados se reinterpretan, se idealizan, se duda de todo y crece la confusión, y solo quedan unas pocas estampas que se almacenan en algún lugar recóndito del cerebro sin que seamos conscientes hasta que llega nuestra última hora. 




Pierre (Piccoli) en Les choses de la vie
conduciendo hacia La Rochelle

Hoy es lunes, y lo que iba a ser un fin de semana en Tikal, en el corazón de Guatemala, quedó truncado, quizás tan solo aplazado, en una curva, en el cruce entre dos carreteras, a pocos kilómetros de Honduras y de El Salvador, en el corazón del istmo centroamericano. 

Tengo que dar gracias, a ese ángel de la guarda que me ayuda en estos momentos, porque pude acabar como el bueno de Pierre en la película de Sautet. En mi caso no pasó de un destrozo de los vehículos, sobre todo del mío. 


Foto de mi coche tras el golpe, y de los
operarios que en las horas siguientes al
accidente repusieron las señales robadas
unos días antes... por unas horas no se evitó.
Los propios operarios me dijeron la pena que
sentían por el accidente...
"¿Quien considera usted que es el culpable del accidente?". Así me preguntó el del seguro. "¿Acaso importa?", contesté, aunque en mi interior pensé: "¿Culpable? ¿Culpable de qué?", parafraseando el alter ego de la famosa frase de Little Bill que Gene Hackman interpreta como solo él sabe hacer en Sin Perdón (Clint Eastwood, 1992). Culpable de ir demasiado deprisa aunque cumplía la velocidad máxima permitida, de que la arena en la calzada provocara que mis ruedas al frenar patinasen y el vehículo todavía adquiriese más velocidad, de que el otro vehículo fuera una camioneta de reparto más robusto que el mío, de que la curva al ser ascendente me dejara sin visibilidad de la otra carretera por lo que no pude saber que había un cruce, de que ningún coche hubiera pasado antes para que me hubiera percatado de este hecho, de que en un cruce sin señalización tiene la prioridad la carretera principal o, en su defecto, el vehículo que entra al cruce por la derecha (que sería mi vehículo), de que el cruce tuvo señalización pero hay gente que roba las señales para venderlas como chatarra y por eso no supe ni que había un cruce ni que mi carretera que debería ser la prioritaria, tenía sin embargo normalmente un ALTO, de que en el único punto en el que podría haber visto que había un cruce con otra carretera hubieran construido una pequeña zona cubierta, de que el otro vehículo no tenga seguro porque su patrón no puede o no quiere, de que si la conclusión fuera que no es mi "culpa" debería pagarlo todo él, de que el conductor, un humilde repartidor, Nicolás, de 47 años, con mujer e hijos, a razón de 15 euros diarios por jornadas de 10 horas al volante, no sería capaz de pagarlo pero que su patrón se lo descontaría del sueldo día a día, de que la señalización que faltaba la iban a reponer tan solo unas horas después de mi accidente porque el día anterior se les hizo de noche y no les dio tiempo... culpabilidad, de eso entiendo un rato... Yo no creo en la culpa, aunque la sufra a diario. A veces, sencillamente, no hay culpables, son "las cosas de la vida". Si acaso, los que por ganarse la vida sin trabajar tan duro como Nicolás, robaron las señales del cruce unos días antes, un cruce en el cual yo iba por la que debería considerarse ruta principal, pero que los ingenieros de tráfico decidieron que no fuera así (con el riesgo añadido), por no hablar de los ingenieros que diseñaron un cruce sin visibilidad. 

Me puse a mi como responsable, si no recuerdo mal argumenté algo así como: "YO SOY EL RESPONSABLE PORQUE NO TENGO NORMALMENTE LA PRIORIDAD, PERO NO PODÍA SABERLO YA QUE NO DISPONGO DE VISIBILIDAD POR IR EN UNA CURVA A IZQUIERDAS EN RAMPA Y PORQUE LAS SEÑALES DE STOP DEL CRUCE FUERON ROBADAS". Da igual, me hubiera puesto a mi siempre para que Nicolás no viera su sustento comprometido, pero qué importa... lo único importante es que salimos ilesos... tuvimos suerte.

Pero más allá de mi percance por tierras guatemaltecas, me quiero detener en este triángulo tan fructífero, enfatizando en el primer film de Romy Schneider de la mano de Claude Sautet, y sin olvidarnos por supuesto de Michel Piccoli. Pero ya será en mi siguiente blog...

No obstante, antes de cerrar este, y sin pretenderlo, ni tan siquiera sin ser consciente de ello hasta este mismo instante, tanto la película de Chabrol que da pie a este blog: Alice ou la dernière fugue, como la película que da título a éste y a mi próximo artículo el cual ya tenía en mente días antes del accidente del 2 de Noviembre (también tiene su aquel tener un accidente el día que se celebra en Centroamérica, y con gran fervor popular, el día de los difuntos) Les choses de la vie, giran en trono a un accidente de coche del protagonista principal, en el primer caso Sylvia Kristel en el segundo Michel Piccoli. ¿Porqué de tantas películas como he visto elegí titular este blog aliceouladernièrefugue? (Bueno, eso quizás si lo sé, porque al fin y al cabo este blog es en si una vía de escape). ¿Porqué vi Les choses de la vie pocos días antes de partir a Tikal? ¿Porqué me gustó tanto?

Son las casualidades de la vida, que cuando uno las observa frente a frente siempre nos dejan dudando si son o no casualidades.

Solo sé que recién llegado a casa de Guatemala me puse la película y la disfruté aún más si cabe... merece la pena dedicarle nuestro tiempo, que es a la postre, lo único que nos pertenece.


Escena mítica de la bicicleta con Michel y Romy (Les choses de la vie). Esta escena vale por si sola toda una carrera cinematográfica, toda una vida, y quien la observe sabrá que así no se actúa, solo se vive...




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