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martes, 6 de noviembre de 2012

" - Pourquoi tu m'aimes? (¿Porqué me amas?)
   - Par-ce-que tu es vieille... et laide." (porque eres vieja... y fea)
Les choses de la vie, 1970, Dir. Claude Sautet

San Salvador, 6 de Noviembre de 2012


Claude Sautet durante el rodaje de
Un mauvais fils (1980)
Sautet es un director que transmite desde el guión porque fue tan buen director como guionista y, si acaso, más prolifero en lo segundo que en lo primero. Tras unos comienzos que van desde la comedia un tanto infantil (Bonjour sourire, 1955, de la cual tiempo después renegaría) hasta un interesante escarceo por el cine negro (Classe tous risques, 1960, y L'arme à gauche, 1964, donde sobresale la actuación de Lino Ventura), en su madurez se centra en el cine más personal e íntimo donde Schneider y Piccoli van a brillar con luz propia, aportando cada uno 5 actuaciones en las 6 películas siguientes, a saber, Les choses de la vie (1970), Max et les ferrailleurs (1971), César et Rosalie (1972), Vincent, François, Paul... et les autres (1974), Mado (1976) y finalmente Une histoire simple (1978)

Piccoli, que actúa en todas como protagonista salvo en César et Rosalie (donde su papel natural lo adopta un magnífico Yves Montand), participa sin embargo en dicha producción aportando la voz en off que relata la historia. Schneider, actúa en todas como protagonista salvo en Vincent, François, Paul... et les autres, película que gira en torno a la peculiar amistad de tres hombres y que por lo tanto carece de protagonista femenina.

Como vemos todas ellas se forjan en la década de los 70, pero el tiempo pasa y Sautet, Schneider y Piccoli se separan y embarcan en nuevos proyectos... Desde une histoire simple, Sautet solo rueda en los siguientes 10 años dos películas: Un mauvais fils (1980), y Garçon! (1983) donde recurre nuevamente a Yves Montand, pero ninguna alcanza el éxito de las anteriores... el director es víctima de su propio listón y decide reinventarse, adaptarse a los cambios, y busca nuevos actores a los que sacar el máximo... 


Auteuil y Béart en L'amour en douce (1984)
Sautet quedaría seguramente impresionado por las actuaciones de Émmanuelle Béart y de Daniel Auteuil en L'amour en douce (Édouard Molinaro, 1984) y, sobre todo, por Manon des Sources (Claude Berri, 1987, a partir de la obra del escritor y cineasta Marcel Pagnol), por la cual ambos ganaron sendos Césars de l'Académie des Arts et Téchniques du Cinéma (queda como anécdota que ambos fueron pareja desde el 84 hasta el 95). El caso es que la presencia de Schneider y Piccoli fue reemplazada por estos actores en su última etapa como director. Así ella actúa en las dos últimas películas mientras él en la penúltima y la antepenúltima, coincidiendo por lo tanto ambos en Un coeur en hiver (1992). 


Esta última etapa fue la más laureada de Sautet, aunque no por ello mejor, ya que tanto por Un coeur en hiver como por Nelly et monsieur Arnaud (1995) fue premiado con el Cesar a la mejor dirección. Ambos son buenos actores, aunque Auteuil está un par de peldaños por encima de Béart.


Émmanuelle Béart
Manon es la más reconocida de cuantas películas rodaron juntos, pero hay muchas no tan afamadas en las que dejan su sello conjuntamente como en Une femme française (Régis Wargnier, 1995) o por separado como en, por ejemplo, Nathalie X (Anne Fontaine, 2003) donde actúa Béart. De Auteuil hay tantas que solo citaré algunas: Jean de Florette (Claude Berri, 1986, que es la primera parte de Manon des sources, y que para mi es de lo mejorcito del cine francés, con grandes actuaciones de Yves Montand y Gérard Dépardieu), La veuve de Saint-Pierre (Patrice Leconte, 1999), Le placard (Francis Veber, 1999), etc., así como en otras películas no tan notables pero en las que siempre deja huella como en Caché (Michael Haneke, 2005) o 36 quai des orfèvres (Olivier Marchal, 2004).


Pero volvamos a Schneider y Piccoli... Las suyas son actuaciones tan magnificas que poco puedo aportar yo, sin embargo, si cabe destacar que Sautet supo sacar de Schneider momentos estelares que quedan ya en la historia del cine europeo y mundial.


Romy Schneider
Esta espléndida actriz da vida a Hélène en Les choses de la vie con una fuerza abrumadora, como a Lily en el de Max et les ferrailleurs o a Rosalie en César et Rosalie y en menor medida, a mi gusto, aunque siempre a un gran nivel, a Hélène en Mado (siendo éste un papel secundario) o a Marie en Une histoire simple (aunque fue precisamente este papel el que le permitiera obtener su segundo Cesar en 1979)En Les choses de la vie, tanto ella como Piccoli rozan la perfección, si bien es cierto que el papel de Piccoli me parece más sencillo, no por ello es menos importante ya que él es el eje de toda la película (mientras que en Max et les ferrailleurs me parece justo lo contrario, mientras ella es el eje de la película, me parece más complicado el papel de él). 

Hay quien dice que hay un antes y un después en la carrera de Schneider tras encarnar a Hélène, paradigma de la mujer moderna, independiente, fuerte y frágil, y profundamente enamorada y que, sin embargo, no alcanza nunca el equilibrio entre su serenidad exterior y su tormenta interior; surgen entonces las comparaciones inevitables con el enorme trauma personal que le provoca la decepción amorosa que sufre con Alain Delon, y que desde que se convierte en Hélène, ya no interpretará más sus papeles sino que los vivirá. Quizás sea cierto...


Alain Delon conoce a Romy Schneider cuando ella aterriza para rodar la película Christine (Pierre Gaspard-Huit, 1958), él es el designado por la productora para ir a esperarla a los pies del avión con un ramo de flores para darla al bienvenida a tierra firme (en ese momento ella ya era una estrella emergente mientras que él aún no), a veces la vida tiene estos caprichos... en pocos meses son el centro de las miradas en las soirées parisiennes, ambos muy guapos y jóvenes, él francés y ella germana, él moreno y ella rubia, ricos, famosos, todo encaja. ¿Todo? No, todo no. Con el tiempo Delon se distancia y en el año 1961 comienzan los rumores/escándalos de escarceos de Delon, siendo la más notoria la que mantiene con la cantante Nico (con quien presuntamente tiene un hijo en 1962 aunque nunca lo llega a reconocer como tal) y por otro lado se inicia una relación peculiar del actor con Luchino Visconti, controvertido director y reconocido homosexual (el propio Delon años después se declararía abiertamente bisexual)... 
Alain y Romy en París durante su relación

En ese mismo año, 1961, Visconti dirige a ambos por separado, a él en la exitosa Rocco et ses frères (1960) y a ella en Boccaccio '70, un ensayo cinematográfico mordaz sobre el amor y el deseo en la Italia de los 70 de 4 directores italianos de primera línea (Mario Monicelli, Federico Fellini, Luchino Visconti y Vittorio de Sica), en el cual Schneider -en el cortometraje de Visconti Il lavoro- hace el papel de una mujer que al conocer que su marido es aficionado a las prostitutas decide cobrarle por sus propios servicios conyugales... a pesar de las limitaciones del papel y del tiempo, nuevamente Romy no defrauda en la pantalla...


Delon y Schneider en La Piscine (Jacques Deray, 1968)
...pero  en su vida personal, a una joven y frágil Schneider su relación con Delon se le escapa de las manos, no puede cambiarle y no puede con ello, y acaba por derrapar... Finalmente en 1964 la pareja de moda se separa; Delon había dejado embarazada a Nathalie, su por entonces amante y con quien se casará posteriormente. 

Rápidamente surgen nuevas parejas, y sin embargo, en medio de parejas formales, múltiples amantes por ambos lados (La propia Schneider fue, parece ser, algo más que la musa de Claude Chabrol, lo cual no sorprendería a nadie viendo como capta toda su esencia con la cámara, como apura cada gota de su clepsidra). 


La vida sigue... los años pasan... y ambos triunfan en la gran pantalla por separado. 


Romy y Alain
Ella con grandes papeles pero incapaz de encontrar el equilibrio personal en su vida en la que encadena dos bodas, dos hijos y diversos amantes. Él por su parte alterna buenos y malos papeles con una vida también tempestuosa,  mucho éxito inicial, y tras un breve tiempo de estabilidad con Nathalie, retorna al mundo extraconyugal al que nunca supo renunciar, tocando primero el cielo en los 70 y luego el infierno en los 80 y 90. Delon es mejor actor de lo que puede parecer a simple vista cuando se le observa fuera de la pantalla (donde su aspecto arrogante y chulesco es lamentable),  pero a mi entender su fama fue muy exagerada y, sin duda, es mucho peor actor de lo que él mismo opina. Él, dueño de un ego en lo que si es inigualable, se ha llegado a comparar al propio Clint Eastwoodcon y sin perdón.


Con el tiempo ambos volvieron a encontrarse en La piscine (Jacques Deray, 1968), una película que deja imágenes para la historia y para su propia historia. La interpretación queda en un segundo plano, se respira en el rodaje lo que fue, lo que no fue, y lo que pudo haber sido, con una atmósfera espesa que puede observarse al ver la película, y en medio de un asunto complicado en el cual aparece muerto el guardaespaldas de Delon en París (con dos teorías, la de un ajuste de cuentas de la mafia o la de un peculiar trío amoroso con el actor y su mujer), uno más de los diversos escándalos que salpicarían al actor...


Hélène (Romy) acaricia la mano de Pierre (Michel) en
Les choses de la vie
Como siempre, Hollywood tomó prestado el guión y sacó su Intersection (Mark Rydell, 1994), con Richard Gere y Sharon Stone, pero claro, coger esta película y darle un toque americano no deja de ser como comerse un chuletón frito en aceite de girasol y con coca-cola, no puede salir bien. Sharon Stone es una actriz limitada a ciertos papeles muy muy concretos, en estos puede llegar a transmitir como actriz, pero no tiene ni de lejos la profundidad requerida, y Richard Gere es la calcamonía guaperas de todo a cien de Piccoli. Más allá de Sautet, Romy Schneider tiene en su haber películas tan diferentes con directores tan afamados como Visconti, Welles, Chabrol, Preminger, con roles muy dispares, pero siempre dando un calor especial a sus interpretaciones. 

No conozco aún el conjunto de toda su filmografía, pero sin duda, Sautet tiene el mérito de captar la profundidad turbulenta del alma de la actriz en la vida real y de como volcar toda esa simbiosis entre independencia, fragilidad, seguridad, indecisión, espontaneidad, sensualidad, carisma, dulzura, personalidad, símbolo de mujer liberada y a su vez prisionera de su propia liberación, definiciones que la atenazan dentro y fuera de la pantalla. 


Romy Schneider

Es quizás la actriz más francesa de las austriacas o la más germana de las francesas, capaz de transmitir todo el calor del mundo con su mirada y toda la frialdad con sus gestos y, minutos después, justo lo contrario; en esa línea tan delgada en la que transitaba, era demasiado fácil caer de un lado, solo cabía una vida tan trágica como sus personajes. Sautet que es un maestro en mirar en el interior más recóndito del ser humano corriente, sin necesidad de grandes personajes ilustres, encontró en Romy Schneider una mina para su talento como director.


Sin embargo, la química tan especial de Romy y Michel traspasa la mirada de Sautet. Hay quien dice que las mejores películas de Schneider llegan de la mano de otros directores como en L'important c'est d'aimer (Andrej Zulawski, 1974, papel por el cual ganó su primer Cesar)  o Vieux fusil (Roberto Enrico, 1975) y de Piccoli también en películas como Dillinger est mort (Marco Ferreri, 1968), donde realiza uno de sus mejores papeles, Belle de jour (Luis Buñuel, 1966, donde comparte cartel con Cathérine Deneuve), La décade prodigieuse (Claude Chabril, 1971, donde sobresale la actuación de Orson Welles y Anthony Perkins),  La belle noiseuse (Jacques Rivette, 1991, donde sobresale la actuación de Émmanuelle Béart), etc. 



Michel Piccoli y Romy Schneider
Más allá de Sautet, decía, se les puede ver juntos en otras películas (que sin embargo no logran captar la química tan especial que flota entre ambos actores como lo logra Sautet) como La voleuse (Jean Chapot, 1966), Le trio infernal (Francis Girod, 1974) o en La passante du sans-souci, de Jacques Rouffio (1982), que sería a la postre la última película de Romy Schneider, un año después del fallecimiento de su hijo en un trágico accidente, y antes de -supuestamente- suicidarse con alcohol y barbitúricos o como consecuencia de un fallo cardíaco por sus excesos, poco importa ya a estas alturas. La actriz, en plena madurez, fue un fiel reflejo en la vida real de la Romy Schneider que nos muestra Sautet en sus películas, una mujer que según el momento puede ser tan segura que desarme a cualquier hombre o tan frágil que se rompa en mil pedazos. Ese es su talento y quizás también su perdición. Ese y su mirada, su eterna mirada... Romy y Michel, Michel y Romy, mis respetos, mi agradecimiento y mi admiración.


"Elle ne supporte ni la médiocrité ni la décrépitude des sentiments. Elle peut en donner beaucoup. Elle jouera toujours… car Romy possède un visage que le temps ne peut détruire. Il ne peut que l’épanouir." 
Claude Sautet
("No soporta ni la mediocridad ni la decrepitud de los sentimientos. Puede dar mucho. Actuará siempre... porque Romy posee una cara que el tiempo no puede destruir. Solo puede hacerla florecer.")

"Romy, c’est la vivacité même, une vivacité animale, avec des changements d’expression brutaux, allant de l’agressivité la plus virile à la douceur la plus subtile. C’est l’actrice qui dépasse le quotidien, qui prend une dimension solaire. Elle possède cette ambiguïté qui fait l’apanage des grandes stars."
Claude Sautet
("Romy es la vivacidad en si, una vivacidad animal, con cambios de expresión brutales, que van de la agresividad más viril a la dulzura más sutil. Es la actriz que supera lo cotidiano, que adopta una dimensión solar. Posee esa ambigüedad que hace exclusivas a las grandes estrellas.")

"Il faut toujours que j’aille au bout, même si ce n’est pas bien. J’aime aller aux limites du possible, dans la profession comme dans la vie sentimentale. Je ne regrette rien ! Il faut avoir plusieurs passions dans la vie. Elle est trop courte pour qu’on ne vive la passion qu’une seule fois."
Romy Schneider
("Siempre tengo que ir hasta el final, incluso si no está bien. Me gusta ir al límite de lo posible, tanto en la profesión como en la vida sentimental. No me arrepiento de nada! Hace falta tener varias pasiones en la vida. Es demasiado corta como para vivir la pasión una sola vez.")

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