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martes, 13 de noviembre de 2012

"Perdiste el Norte cuando perdiste tu sentido de la identidad. Y eso pasó hace mucho. Por eso necesitas pruebas, pruebas de que aún existes, por eso sigues tomando fotos, para probarte después que fuiste tú quien realmente vio algo."
Alicia en las ciudades, 1974, Dir. Wim Wenders


San Salvador, 13 de Noviembre de 2012

El 7 de Noviembre Centroamérica estornudó. 

Un terremoto de escala 7,5 en Guatemala se sintió en San Salvador durante unos 30 segundos. Parecen pocos, muy pocos, pero cuando la tierra tiembla, se hacen largos. Yo, cual Alicia en el país de las maravillas, en mi mundo, los vivo con... como llamarlo... ¿expectación? ¿incredulidad? ¿interés de lo desconocido? Si no fuera porque sé las consecuencias que tiene, sin ir más lejos este terremoto deja más de 50 muertos en el país vecinos, diría que es increíble ver como la tierra nos recuerda quien manda, lo diminutos que somos... Podemos hacer daño a la fauna, a la flora, ¿pero a la tierra? El día que se canse nos manda a todos al cuerno y vuelve a empezar con otras especies. Quizás ya lo hizo anteriormente y somos los segundos o los terceros o a saber... Tengo mis teorías respecto a las pirámides que se aprecian en todo el mundo, bien sea en superficie o bajo el agua, pero cuando la Tierra tiembla, no somos nadie.


Yella Rottländer en la comisaria
Alicia experimenta de nuevo el sentimiento de abandono
Ayer viaje al corazón de una niña de la mano de Wim WendersAlicia en las ciudades no es una obra maestra del cine, pero es de una calidez sobrecogedora, lo cual puede ser mejor en según qué momentos...

La trama es sencilla, un escritor alemán viaja por EEUU en busca de inspiración pero no logra escribir nada… Frustrado, decepcionado, y tras gastar todo el anticipo de la editorial, decide volver a Alemania. En el aeropuerto de Nueva York conoce a una mujer soltera con su hija con quien pasa la noche porque cancelan el vuelo. La mujer le deja al cargo de la niña unas horas pero nunca regresa por lo que ambos inician un viaje en busca de la casa de su infancia por la vieja Europa.


Con un argumento tan básico, con pocos pero muy bien hilados diálogos, con las imágenes justas, con unas actuaciones maravillosas y un sello de director que se percibe aunque no apabulla, nace esta película de la que hablaré por partes. Hoy a modo de introducción y mañana más detalladamente...


El género

Easy rider
Hay dos tendencias marcadas de road-movies, los viajes introspectivos y los viajes de aventuras. El ritmo generalmente marca la tipología y permite encasillar cada film; aunque lo normal es que en las introspectivas sucedan hechos, acciones u aventuras que son el germen de las introspecciones y que en las de aventuras se alternen momentos introspectivos si bien de una profundidad menor y, conscientes, de que el público que asiste no busca un significado sino simplemente una tregua. 

Además hay mucha controversia en donde empiezan y acaban las road-movies; mientras hay gente para la que las escenas en carreteras deben ser al menos un 33% de la película, hay gente como yo que entendemos que la importancia radica en la búsqueda, en el viaje, como ya advirtiera Konstantinos Kavafis en su poema Ítaca. Hay muchas de éstas que para mi fracasan, y normalmente son bien aquellas que pretenden ser lo que no son o bien aquellas cuyo guión es malo…


Barry Newman y el Dodge Challenger R/T en Vanishing Point
Es el caso de Thelma y Louise (Ridley Scott, 1991) que no se define claramente por un estilo aunque sé que mucha gente la idolatra y que en su día desató pasiones entre el público femenino (el trasero de Brad Pitt tiene la culpa) aunque para mi ha envejecido muy mal (como era de esperar porque es bastante flojita, lo único novedoso es que por primera vez la road-movie la protagonizan mujeres lo cual en el siglo XXI como que es superfluo), o Vanishing point (Richard C. Sarafian, 1971) que es considerada película de culto en la materia, e incluso hubo quien la consideró en su día como la “easy rider” en 4 ruedas, aunque presente un guión mediocre con dirección mediocre y actores que hacen lo que pueden ante un iniciio y final mediocres, o El incidente (M. Night Shyamalan, 2008, The happening) que pretende ser un thriller pero cuya ausencia de contenido es tan flagrante que el suspense radica en cuando se va a terminar... Por supuesto hay muchas más, si bien no creo que merezca la pena mencionarlas.


Christian Slater y Patricia Arquette en Amor a Quemarropa
Otras apuntan pero no rematan y según cual y quien sea el espectador se fijará más en lo que aportan o en lo que omiten… Es el caso de Little Miss Sunshine (J. Dayton y V. Faris, 2006) que pretende ser introspectiva pero que se queda a medias (lástima, porque podría dar mucho más de si), o Un mundo perfecto (Clint Eastwood, 1991) que no deja de ser un pseudoremake de la película de Wim Wenders con la estética de los 90, yanqui, sensiblera en el mal sentido del término y menos natural (se dramatiza para emocionar, por lo que se pierde pureza a mi criterio, sin que por ello no sea un film que merece la pena ver), o Rain man (Barry Levinson, 1988) que no sabría muy bien si definirla como road-movie pero que en cualquier caso tiene mucho encanto pese a que alterna grandes momentos con otros insustanciales, o Diarios de motocicleta (Walter Salles, 2004) que va de más a menos a medida que se politiza, o Amor a quemarropa (Tony Scott con guion de Quentin Tarantino, 1993) que entretiene y es muy recomendable para un sábado noche en casa pero que podría dar más de si, etc.


Pero hay unas cuantas elegidas que se han ganado por un motivo u otro su espacio en el  mundo del cine. De acción citaría a la mítica Easy Rider (Dennis Hopper, 1969), Mad Max II (George Miller, 1981), y a otro nivel, El diablo sobre ruedas (Steven Spielberg, 1971, Duel) que sin ser nada del otro mundo (siendo peor que otras su carácter pionero la ubica en esta categoría) logra a la perfección lo que pretende: entretener y angustiar, por lo que no es hipócrita como Thelma y Louise; incluso las hay que logran encontrarse a si mismas apoyándose en ambas categorías como Camino a la perdición (Sam Mendes, 2002). En cuanto a introspectivas me quedo con esta Alicia en las ciudades (1974) y París, Texas (1984), ambas de Wim Wenders (autor que por buscar la excelencia alterna peliculones con petardos), y con The straight story (David Lynch, 1999, Una historia verdadera); ambas me parecen joyas del cine de autor y del cine por y para el ser humano. No creo que se pueda decir mucho, lo mejor es verlas, una y otra vez si se quiere. Yo, anoche, me vi la primera dos veces seguidas y me gustó más aún la segunda que la primera…

The straight  story, Dir. David Lynch

A modo de corolario, toda road-movie debe mirar a la obra primogénita, la Odisea de Homero, la cual evidentemente abarca todo, tanto acción como introspección, recordándonos una vez más que todo está inventado ya y que cambiamos por fuera, pero por dentro nada cambia…





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