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viernes, 12 de octubre de 2012

"Puedo escribir y no disimular” (Fito, Antes de que cuente diez)

San Salvador, 26 de Septiembre de 2012 

Puedo escribir y no disimular
Es la ventaja de irse haciendo viejo
No tengo nada para impresionar
Ni por fuera ni por dentro.

La noche en vela va cruzando el mar
Porque los sueños viajan con el viento
Y en mi ventana sopla en el cristal
Mira a ver si estoy despierto.

Me perdí en un cruce de palabras
Me anotaron mal la dirección
Ya grabé mi nombre en una bala
Ya probé la carne de cañón
Ya lo tengo todo controlado
Y alguien dijo no, no, no, no, no
Que ahora viene el viento de otro lado
Déjame el timón
Y alguien dijo no, no, no

Lo que no llegará al final
Serán mis pasos, no el camino.
No ves que siempre vas detrás
Cuando persigues al destino.

Siempre es la mano y no el puñal
Nunca es lo que pudo haber sido
No es porque digas la verdad
Es porque nunca me has mentido.

No voy a sentirme mal
Si algo no me sale bien
He aprendido a derrapar
Y a chocar con la pared
Que la vida se nos va
Como el humo de ese tren
Como un beso en un portal
Antes de que cuente 10.

Y no volveré a sentirme extraño
Aunque no me llegue a conocer
Y no volveré a quererte tanto
Y no volveré a dejarte de querer
Dejé de volar me hundí en el barro
Y entre tanto barro me encontré
Algo de calor sin tus abrazos
Ahora sé que nunca volveré.

Fito -gracias, maestro- es quizás el más grande del panorama musical español de la última década. Su música, tan carente de subterfugios y tecnicismos, tan natural, escarba en los orígenes pétreos de nuestra naturaleza, tan genialmente sencilla como sencillamente genial, se rodea de palabras igualmente sinceras que desde lo más hondo nos calan por ser nuestras, sin tapujos, sin rodeos, de todos y cada uno de lo que nos hemos ido haciendo viejos., de los que pasamos noches mirando por la ventana por la que volamos a donde no podemos llegar, de los que nos hemos perdido en tantos cruces de palabras, de los que erramos al anotar sueños y direcciones, de los que nos despertamos empapados en sudor de pesadillas, de los que cada día asimilamos y repasamos cada uno de nuestros pasos en camino equivocado, en direcciones opuestas, sujetando timones sin rumbo, delegando en brújulas desimantadas de la inconsciencia, de los que sabemos que quizás mañana volvamos a despertarnos derrapando porque hace tiempo perdimos el control del volante, de los que de cada caída, de cada golpe, nos levantamos, de los que nos desempotramos a base de alcohol de las paredes que nos asfixian cada noche en nuestro cuarto, de los que nos hemos sentido extraños al volver la vista hacia nuestros pasos, extraños de nuestros actos, extraños de sentirnos extraños, de los que ni si ni no nos arrepentimos del pasado que nos adelantó sin intermitente con línea continua y del futuro que hemos secuestrado bajo llave para redimirnos del destino, de los que nunca hemos dejado de mentir sin haber mentido, de los que primero nos engañamos a nosotros mismos para luego convencer al resto, de los que convencemos al resto para autoconvencernos  de los que nos arrepentimos de no ser capaces de habernos arrepentido, de los que nos hemos sentido bien al sentirnos mal, de los que nos hemos sentido mal al sentirnos bien, de los que nos hemos sentido bien al hacer algo mal, de los que nos hemos sentido tan mal que hubiéramos dado cualquier cosa por sentirnos bien, de los cobardes que nos disparamos solo al espejo, de los que nos psicoanalizamos mientras mojamos el croissant en el café, de los que nunca quisimos tanto, de los que nunca dejamos de querer, de los que olvidamos todo salvo los besos robados en un portal, de los que huimos de culpas ajenas, de los que acusamos a nuestra mano y no al puñal, de los que sabemos sin asimilar que ni es ni será lo que pudo haber sido, de los que más tarde o más temprano hemos aceptado a razón de jarabe de palo, de practicar como dogma la prueba y error, de nadar contracorriente, que ad aeternum nunca contaremos hasta diez.

Fito promocionando una de sus giras




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