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martes, 16 de octubre de 2012

"- Quelle est votre ambition dans la vie? (- ¿Cual es su ambición en la vida?)
  - Devenir immortel et mourir." (- Volverme inmortal y morir)
À bout de souffle, 1960, Dir. Jean-Luc Godard


Jean Seberg (À bout de souffle)
Aunque acabo de empezar un ciclo de cine del director francés Claude Sautet, he intercalado esta película de Godard de la que desconocía que se basa en un guión del propio Truffaut. Las interpretaciones son muy buenas, especialmente la de Jean Seberg, una de las actrices fetiche de la nouvelle vague, que muestra en esta su cuarta película esa dualidad de fuerza y fragilidad que dos años antes encandilara al mundo en Bonjour tristesse (Otto Preminger, 1958), su segunda película. Su fin, sobredosis a los 41 por barbituricos (1979), no ha tenido la misma repercusión mediática que el de Marilyn, 12 años anterior, aunque fuera en las mismas circunstancias. 


Jean Seberg (À bout de souffle)

À bout de souffle tuvo su remake yanki como toda película de éxito europea que se precie: Breathless (Jim McBride, 1983); pero ni Richard Gere llega al nivel de Belmondo, ni  Valérie Kaprisky llega al nivel de Seberg, y por supuesto la dirección queda a años luz, así como la puesta en escena (¿alguien en su sano juicio puede comparar el París de los 60 con la California de los 80?) porque entre oras cosas, la película es un homenaje al París de inicios de los 60.

La película, además, supone un antes y un después en películas de este género. Jean-Luc Godard, uno de los máximos exponentes de la nouvelle vague, crea un estilo de rodaje en esta película que será objeto de admiración para el futuro, en particular su ritmo vertiginoso gracias a largos planos secuencia grabados cámara en mano en exteriores (posible por cámaras más ligeras que sus predecesoras).


Seberg y Belmondo (À bout de souffle)
Así que el remake sustituye elegancia y sensualidad por acción y sexualidad. Mientras Jean Seberg alcanza la esencia de la sensualidad por su espíritu libre, embalsamador, de fondo insondable, un tanto enajenado de si misma, imposible de alcanzar, poseer o dominar, Valérie Kaprisky concentra su sensualidad en una carga sexual contenida pero que se vislumbra, conformando una película entretenida para sábado por la tarde de palomitas en el sofá, pero poco más. Quizás Seberg no sea tan buena actriz, prueba de ello fue que en estas primeras películas alcanzó su mayor nivel, y simplemente interpretó el papel para el que estaba predestinada porque era un calco de si misma, pero en cualquier caso tanto esta actuación como la de Bonjour tristesse, bordan la perfección.


Un detalle que aprendí al ver la película es que el gesto del anuncio de Martini donde un hombre (o mujer) desliza su pulgar por sus labios proviene  apura sus labios con el dedo pulgar es una burda y patética copia del gesto que ambos actores hacen en la película, Belmondo en su original y Seberg en una interrelación de lenguaje que solo puede ser comprendido por ellos, a modo de reclamo sensual y de semejanza, ¿quizás si acaso la unión por un sentimiento de desapego a una sociedad que les empuja en la dirección que no quieren ir, o por una necesidad inherente e innata de fuga?


J.P. Belmondo (À bout de souffle)
J. Seberg (À bout de souffle)


San Salvador, 30 de Septiembre de 2012

Hoy toca hablar bien, pero bien de verdad. Si hay algo que atrapa de El Salvador es la gente. El Salvadoreño en general da lo que tiene, aunque no tenga mucho, precisamente los que menos tienen son los que más dan (en Europa se dice lo mismo pero es una mentira como la copa de un pino, eso sería en los 50 o 60 pero de eso hace tanto…).

Pupusas
Otra cosa que me gusta de El Salvador es la fuerza de su naturaleza, como en todos lo países tropicales. La propia capital tiene zonas donde solo se aprecia verde aunque haya construcciones y es que la flora lo invade todo, incluso en un país como El Salvador donde la época de lluvias está muy concentrada en tan solo 3 meses. Esta flora da lugar a unos alimentos que te atrapan. El pipián, el güisquil, el ayote, el guineo, el loroco, el aguacate indio, el zapote, el mamey, el tamarindo,… Se une a estas frutas y verduras la carne de res que si bien es importada de Nicaragua, es de muy buena calidad. ¡Y como no hablar aquí de las pupusas, base alimenticia de ocio por excelencia! Así que la alimentación es buena y muy diferente a la que podemos encontrar en Madrid. Sirva como ejemplo la espectacular sopa de frijoles casera con té de Jamaica que me metí entre pecho y espalda ayer sábado gracias a la invitación de unos amigos a su casa.

Volcán El Boquerón (San Salvador)
Finalmente queda la majestuosidad de un país dominado por lo volcanes y con permanentes sismos. La propia capital descansa en el valle de un volcán activo, el boquerón, con un cráter de circunferencia quasi perfecta de 1500 m de diámetro, y en cuyas faldas se asienta mi casa. 

Su majestuosidad y hermosura solo se aprecia en todo su esplendor cuando asciende al Parque Natural que hay en su cima. Formando un todo está una pequeña (a su lado) pero más elevada prominencia denominada Picacho y que roza los 2000 metros de altitud; su identidad solo se puede constatar subiendo al Boquerón porque desde San Salvador las dimensiones de éste se comen al pobre Picacho pese a ser 120 m más elevado.

Es una pena la violencia que impide un turismo mucho más activo como en Costa Rica. Evidentemente no podría competir con la Rain Forest costarricense, pero si podría ofrecer algo similar a mejor precio unido a la cercanía de Guatemala y Honduras, con el barroco Español Colonial único en el mundo de Antigua y las ruinas mayas de Copán y Tikal. Pero el estado de las carreteras, especialmente en Guatemala, y sobre todo la peligrosidad de los desplazamientos, ahuyentan el turismo y el dinero que aportaría.

Una lástima porque podría generar mucha riqueza en un país que sin duda la necesita… 


  

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